El daño que provoca el humo del tabaco en la salud bucodental va más allá del clásico y conocido efecto de manchar los dientes y la halitosis, su verdadera y mayor amenaza es silenciosa y no se ve.
El tabaquismo está estrechamente relacionado con la enfermedad periodontal, provocando la pérdida de piezas dentales, y es, junto al alcohol, causante principal del cáncer oral; además, es uno de los principales agentes que produce el fracaso de los implantes dentales.
La cavidad bucal es una de las localizaciones donde de forma más clara se manifiestan los efectos del tabaco, ya que constituye su puerta de entrada obligada en el organismo.
El humo de los cigarrillos está compuesto por unos 4.000 constituyentes que son farmacológicamente tóxicos, mutagénicos y carcinogénicos. Un dato que normalmente pasa desapercibido es que al efecto nocivo que provocan los productos tóxicos del tabaco, se une el efecto del calor inducido al fumar.
TABACO Y LA ENFERMEDAD PERIODONTAL. El tabaco es uno de los más importantes factores de riesgo de padecer enfermedad periodontal y por consecuente, pérdida dentaria.
Para un fumador, el riesgo de padecer periodontitis es tres veces mayor en comparación con la población no fumadora. Además, esta enfermedad de las encías progresa con mayor rapidez y es más compleja su detección inicial, ya que en estas personas se suele retrasar mucho más el diagnóstico y, por lo tanto, se retrasa la puesta en marcha del tratamiento más oportuno para esta enfermedad.
El mayor riesgo de sufrir periodontitis entre los fumadores se debe, entre otras razones, a que cuentan en su boca con bacterias más patógenas. Además, el tabaco ejerce un efecto crónico a nivel de los vasos sanguíneos de la encía, reduciendo la vascularización durante la inflamación y así una disminución de las defensas de la encía frente al ataque bacteriano, lo que se asocia con un importante aumento en la susceptibilidad a sufrir una infección periodontal.
Pero, además, la enfermedad periodontal suele estar enmascarada en los fumadores, al ser menos frecuente y aparente uno de los principales signos de alarma que llevan a muchas personas a consultar a su odontólogo: el sangrado de las encías.
En estas personas, las encías pueden parecer externamente como no inflamadas a pesar de estar enfermas, aunque es habitual una mayor formación de cálculo o sarro y la aparición de tinciones o manchas.
Existe una relación directa entre el número de cigarrillos consumidos, la severidad de la enfermedad periodontal y la respuesta al tratamiento.
El tabaco hace que la respuesta al tratamiento periodontal básico (raspado y alisado radicular) y avanzado (cirugía periodontal) sea mucho peor, siendo hasta un 50% menor la mejora en algunos aspectos clínicos. De hecho, la mayor parte de los pacientes que no responden adecuadamente a los tratamientos periodontales son fumadores (86-90%). La respuesta a tratamientos periodontales más específicos también baja considerablemente entre los fumadores: los resultados de la cirugía mucogingival empeoran en un 25% en los fumadores; y la tasa de fracaso de los implantes dentales es doble vez superior entre la población fumadora, debido a mayores dificultades para que el implante se una al hueso.
TABACO Y EL CÁNCER ORAL. El tabaco es muy irritante y contiene un alto número de sustancias cancerígenas, entre las que destacan la nicotina y el alquitrán. Si además se asocia con el alcohol, que permeabiliza aún más las mucosas, el riesgo de sufrir un cáncer oral se eleva considerablemente.
Otro aspecto negativo es que los casos de cáncer oral provocados por el tabaco, se diagnostican de forma tardía, debido, como comentábamos a la disminución de acudir a un médico o cirujano dentista para revisiones rutinarias.
TABACO Y LOS IMPLANTES DENTALES. El tabaco es uno de los principales responsables del fracaso de los tratamientos rehabilitadores, como los implantes dentales, por su acción irritante y anticicatrizante.
Además, el tabaco es un factor de riesgo para que los portadores de implantes dentales, cuando éstos ya están unidos al hueso, sufran enfermedades perimplantarias.
Debido a la incidencia tan negativa del tabaco en la correcta osteointegración (unión del implante con el hueso) de los implantes dentales, muchas clínicas recomiendan a sus pacientes no fumar en las dos semanas antes de la intervención ni durante las ocho sucesivas, para favorecer la integración del implante.
Por todo lo anterior, los dentistas nos hemos convertido en una nueva arma para luchar contra el tabaco. Muchos pacientes después de estar varias semanas sin fumar por prescripción de su dentista, lo dejan por completo.
Por Dra. Cristina Barba
El tabaquismo está estrechamente relacionado con la enfermedad periodontal, provocando la pérdida de piezas dentales, y es, junto al alcohol, causante principal del cáncer oral; además, es uno de los principales agentes que produce el fracaso de los implantes dentales.
La cavidad bucal es una de las localizaciones donde de forma más clara se manifiestan los efectos del tabaco, ya que constituye su puerta de entrada obligada en el organismo.
El humo de los cigarrillos está compuesto por unos 4.000 constituyentes que son farmacológicamente tóxicos, mutagénicos y carcinogénicos. Un dato que normalmente pasa desapercibido es que al efecto nocivo que provocan los productos tóxicos del tabaco, se une el efecto del calor inducido al fumar.
TABACO Y LA ENFERMEDAD PERIODONTAL. El tabaco es uno de los más importantes factores de riesgo de padecer enfermedad periodontal y por consecuente, pérdida dentaria.
Para un fumador, el riesgo de padecer periodontitis es tres veces mayor en comparación con la población no fumadora. Además, esta enfermedad de las encías progresa con mayor rapidez y es más compleja su detección inicial, ya que en estas personas se suele retrasar mucho más el diagnóstico y, por lo tanto, se retrasa la puesta en marcha del tratamiento más oportuno para esta enfermedad.
El mayor riesgo de sufrir periodontitis entre los fumadores se debe, entre otras razones, a que cuentan en su boca con bacterias más patógenas. Además, el tabaco ejerce un efecto crónico a nivel de los vasos sanguíneos de la encía, reduciendo la vascularización durante la inflamación y así una disminución de las defensas de la encía frente al ataque bacteriano, lo que se asocia con un importante aumento en la susceptibilidad a sufrir una infección periodontal.
Pero, además, la enfermedad periodontal suele estar enmascarada en los fumadores, al ser menos frecuente y aparente uno de los principales signos de alarma que llevan a muchas personas a consultar a su odontólogo: el sangrado de las encías.
En estas personas, las encías pueden parecer externamente como no inflamadas a pesar de estar enfermas, aunque es habitual una mayor formación de cálculo o sarro y la aparición de tinciones o manchas.
Existe una relación directa entre el número de cigarrillos consumidos, la severidad de la enfermedad periodontal y la respuesta al tratamiento.
El tabaco hace que la respuesta al tratamiento periodontal básico (raspado y alisado radicular) y avanzado (cirugía periodontal) sea mucho peor, siendo hasta un 50% menor la mejora en algunos aspectos clínicos. De hecho, la mayor parte de los pacientes que no responden adecuadamente a los tratamientos periodontales son fumadores (86-90%). La respuesta a tratamientos periodontales más específicos también baja considerablemente entre los fumadores: los resultados de la cirugía mucogingival empeoran en un 25% en los fumadores; y la tasa de fracaso de los implantes dentales es doble vez superior entre la población fumadora, debido a mayores dificultades para que el implante se una al hueso.
TABACO Y EL CÁNCER ORAL. El tabaco es muy irritante y contiene un alto número de sustancias cancerígenas, entre las que destacan la nicotina y el alquitrán. Si además se asocia con el alcohol, que permeabiliza aún más las mucosas, el riesgo de sufrir un cáncer oral se eleva considerablemente.
Otro aspecto negativo es que los casos de cáncer oral provocados por el tabaco, se diagnostican de forma tardía, debido, como comentábamos a la disminución de acudir a un médico o cirujano dentista para revisiones rutinarias.
TABACO Y LOS IMPLANTES DENTALES. El tabaco es uno de los principales responsables del fracaso de los tratamientos rehabilitadores, como los implantes dentales, por su acción irritante y anticicatrizante.
Además, el tabaco es un factor de riesgo para que los portadores de implantes dentales, cuando éstos ya están unidos al hueso, sufran enfermedades perimplantarias.
Debido a la incidencia tan negativa del tabaco en la correcta osteointegración (unión del implante con el hueso) de los implantes dentales, muchas clínicas recomiendan a sus pacientes no fumar en las dos semanas antes de la intervención ni durante las ocho sucesivas, para favorecer la integración del implante.
Por todo lo anterior, los dentistas nos hemos convertido en una nueva arma para luchar contra el tabaco. Muchos pacientes después de estar varias semanas sin fumar por prescripción de su dentista, lo dejan por completo.
Por Dra. Cristina Barba